Hay una gran diferencia a la hora de recuperar algo perdido. Porque
podemos actuar con rabia, incluso desprecio y coraje contra el ser perdido. No
digamos si es una persona. Es de sentido común que, a pesar de recuperarla,
posiblemente la perdamos para siempre con los reproches.
Nuestro Padre Dios actúa siempre con verdadera Misericordia.
No sólo nos busca con insistencia, sino que nos abre sus brazos. Jesús es el
abrazo del Padre, pues Dios no perdona por decreto, sino con un fuerte abrazo,
nos dice el Papa Francisco.
Dios nos busca a
través de su Hijo Jesús, el enviado, y nos acoge olvidando nuestra ofensa y
perdonando nuestro pecado. Dios, no sólo nos encuentra y salva, sino que nos
limpia y borra nuestro pecado como si no hubiese existido. Realmente, si comprendiéramos
el don de Dios nuestra vida quedaría inmediatamente transformada.
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