Descubrir nuestra finitud nos puede ayudar a que no siempre
las cosas son como las vemos y deseamos. Quisiéramos ser siempre fuertes e invencibles.
Y en los momentos que experimentamos esa fortaleza nos sentimos seguros y sin
necesidad de médico.
Pero, por experiencia, sabemos que llegará un día que
nuestra debilidad se presente, y que necesitaremos médico. Ese día
comprenderemos la necesidad que tenemos de ser salvados. No se nos oculta que
un día será el final, ¿y luego qué?
Será cuestión de
descubrir dónde y en quién debemos descansar y depositar todas nuestras esperanzas,
porque, a pesar de nuestras fuerzas, en este mundo no encontraremos lo que
buscamos. Y, por mucho que no queramos, nuestras esperanzas se desvanecen y
mueren. Necesitamos salvación.
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