Cuando alguien decide ir a la otra orilla va empujado por
algo. Diríamos que busca algo, y ese algo tiene que ser muy fuerte para que lo
mueva en ese compromiso. Hay que estar muy seguro y confiar mucho en que lo que
buscas está ahí. Se hace necesaria mucha fe.
Porque en la otra orilla las cosas no se regalan ni te están
esperando. Integrarte y darte a conocer lleva tiempo, y en ese tiempo las
circunstancias cambian y los problemas surgen. Ante esas dificultades muchos
desisten de ir a la otra orilla y abandonan la idea. Perseverar y sostenerse
implica mucha fe.
Sin embargo, cuando
tu fe está bien plantada y tu tierra es tierra fertil, tu voluntad te mantiene
firme y tu actitud se sostiene ante las adversidades y problemas. Porque sabes
de quien te fías y en nombre de quien vas. Y te descubres asistido y
acompañado. Y tus miedos desaparecen o se superan.
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