viernes, 20 de enero de 2017

No todos los llamados hemos respondido. Sabemos que de entre los doces primeramente elegidos, Judas Iscariote no respondió. Digamos que desertó, se alejó y perdió quizás la fe en Jesús. Sucede igual con muchos de nosotros. Posiblemente hacemos oídos sordos a la llamada del Señor.

Muchos nos hemos descartado y estaríamos incluso dispuestos a apostatar. Rechazamos ese Bautismo que pidieron nuestros padres a la Iglesia. Sin embargo, Jesús nos espera y nos abre los brazos, y nos recuerda su llamada. Está pendiente de nosotros.

Siempre estamos a tiempo. La llamada está vigente mientras dure nuestra vida. Si estamos bautizados, el Espíritu Santo está con nosotros. Sólo necesitamos abrirnos a su acción y dejarnos conducir por su Gracia. Y, si no estamos bautizados, podemos igual acercarnos a la Iglesia y pedirlo, preparándonos a la conversión.

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