La fiesta es algo consustancial a la persona humana. Todo esfuerzo, todo logro, todo trabajo culmina con una celebración. Los acontecimientos de nuestra vida, nacimiento, cumpleaños, bodas, éxitos y hasta la muerte, tienes sus correspondientes celebraciones.
Por lo tanto, no podemos
ponernos tristes cuando la ocasión requiere estar alegres. Ni tampoco ayunar
cuando estamos invitados a comer y festejarlo. Es la enseñanza que hoy Jesús
nos propone en el Evangelio. Cada tiempo demanda su momento y su estado.
Llegarán circunstancias que se hace necesario el
ayuno, la abstinencia, el sacrificio y la mortificación. Llegarán días de
renuncias, de trabajo y sacrificios que nos exigirán darnos y entregarnos
solidariamente por compartir los problemas con otros y aliviarnos en la medida
que podamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.