Los pueblos se enfrentan
porque los criterios humanos están apoyados en dar y recibir. Nadie da nada
gratis, y hasta miran mucho que lo cambiado sea del mismo valor. Es decir, todo
trueque tiene que estar compensado económicamente. Así, todo es mirado con lupa
y ningún esfuerzo se hace gratuitamente.
De esta forma, los más
débiles están en desventaja y a merced de los más fuertes. El poder se alía con
los fuertes, y se excluye de los débiles. Porque los débiles poco pueden dar,
todo sea servir, y los poderosos y fuertes se sirven, y en muchos casos
explotan egoístamente a los débiles.
Así, el conflicto está servido. Los enfrentamientos se
producen frecuentemente y nacen las rupturas y las luchas. Se hace necesario
perdonar, porque tú no haces todo bien, y sin embargo has sido perdonado. Así,
tú también tendrás que perdonar. El ejemplo más próximo lo descubrimos en
nuestros propios padres. ¡¡Cuánto nos han perdonado!
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