Muchas veces se hacen muchas cosas con afán de ser
recompensado, de buscar privilegios u otros intereses. Muchas veces hacemos las
cosas para ser visto, y delante de los demás, actuando de otra forma cuando
estamos solos. Buscamos enaltecer nuestra fama y se alabado.
Esa forma de actuar esconde cierta falsedad, porque no se
está actuando con el corazón, ni tampoco de forma sincera y verdadera. Si no
hay nada que ganar dejamos de ayudar. Parece hasta que pega y suena a refrán.
El amor se da gratuitamente y sin buscar ninguna recompensa.
Porque, la
recompensa, la da nuestro Padre del Cielo, que nos ve y le agrada que actuemos
en lo escondido, no buscando gloria ni aplausos, sino servir desinteresadamente
por verdadero amor. Tal cual lo recibimos de nuestro Padre. El sabe premiar
nuestro esfuerzo y nuestro deseo de amar.
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