Todos sabemos que
nuestra conducta es lo que va a medir nuestro resultado. Es obvio pensar que
quienes se han portado bien tendrán su buena recompensa. Pero, también sabemos,
que los que se han portado mal tendrán la que les corresponden a su mala conducta.
El sentido común así nos lo descubre.
Jesús nos habla de eso
hoy, y nos dice que quien no honra al Hijo tampoco honra al Padre. Está claro,
pues también nos dice que quien no ama al prójimo tampoco puede amar a Dios.
Una cosa depende de la otra. Y eso será lo que va a importar al final.
Por lo tanto, cuidar de nuestro amor será lo
más importante y a lo que hay que destinarle más tiempo. Porque esas son las
palabras de Jesús: En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi
Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en
juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
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