Una cosa es lo que se predica, y otra, muy diferente lo que
se hace. Porque cuando lo que se dice no está en correspondencia con lo que se
hace, se produce fraude y se vive en la mentira y la hipocresía. La palabra y
la verdad van juntas y se corresponden. De no ser así, algo falla y se
adultera.
Muchos hombres instalados en el poder e influyentes en los
demás, proclaman una cosa y hablan en verdad, pero no la viven. Sus vidas no
son coherentes con lo que predican y proponen. Luego, hablan en el error y la
mentira, e inducen a eso, a presentar una vida falsa.
La verdad tiene un
solo color, el color de pureza, de lo auténtico, de lo justo. Cuando eso se
tuerce viene la desconfianza y nace la mentira, que es contraria a la verdad.
Entonces la vida se tiñe de oscuridad y opacidad. Pierde su transparencia y su
verdad. Pero, sobre todo, pierde la luz.
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