Muchos famosos son
amenazados, buscados y envidiados. Y difícilmente gozan de intimidad, pues son
vigilados y buscados. La fama, sea del tipo que sea, siempre tiene
consecuencias negativas, y es que tus movimientos son vigilados para lo bueno y
lo malo.
Jesús de Nazaret
alcanzó fama notoria. Su manera de hablar y sus obras alcanzaron gran fama en
toda la región de Galilea. Fue buscado y deseado por muchos, sobre todo por sus
curaciones y milagros. Y eso empezó a despertar interés, hasta el punto que se
le cuestionó su proclamación. No podían admitir que se proclamara el Hijo de
Dios.
Y menos el enviado y Mesías prometido. Ellos ya
habían fabricado uno. Sería como ellos habían pensado para liberarlos de la
opresión extranjera. Sería un Mesías fuerte y poderoso, para expulsar a los
invasores y también, según la promesa, desconocido. No podía ser ese Jesús. Y,
por eso, lo mataron.
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