viernes, 7 de abril de 2017

Han pasado veinte siglos y vivimos en el veintiuno. Concretamente 2016 años, tres meses y casi siete días desde su nacimiento. Y Jesús sigue estando amenazado. Se le persigue porque se ha manifestado como el Dios que se ha hecho Hombre para, entre los hombres, ofrecerles la salvación.

No se entiende, pero tampoco se escucha. No se miran sus obras ni sus milagros. Se han cerrado los ojos y no se ve sino el rechazo y el quitarlo del medio. No ven sino su Ley y se agarran a sus tradiciones y normas. Su idea del Mesías está formada dentro de ellos, a su manera, y no admiten otra.

A pesar de los esfuerzos que hace Jesús, sus criterios no cambian. No quieren cambiar. Están ofuscados, sometidos y doblegados por la soberbia y no ven la luz. Tienen ojos, pero no ven; tienen oídos, pero no oyen. Y es que sin la fe nada se puede creer. Necesariamente, la fe se hace necesaria e imprescindible. 

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