lunes, 24 de abril de 2017

Nuestra forma de actuar esconde nuestra fe. Tratamos de disimular y de que no nos vean. Nuestros actos no manifiesta nuestra fe, así que no transparentamos lo que creemos. De esta manera, en una sociedad mayoritaria se aprueban leyes que van contra el derecho a la vida y los derechos humanos.

No se nota para nada nuestro cristianismo, y menos la consecuencia y resultado de nuestra fe. Utilizamos la noche para ocultarnos o pasar desapercibido. La noche puede ser el anonimato, el quedarnos desdibujado y disperso entre la multitud y el permanecer en silencio ante los signos anticristianos.

No se experimenta el voto católico, y se aprueban leyes que atenta contra la Voluntad de Dios. ¿Dónde se esconde los cristianos? En una sociedad eminentemente católica no se percibe esa catolicidad. Luego, una de dos, o hemos dejado de serlo, o presentamos dos caras, una religiosa concretada en actos litúrgicos, y  otra práctica, diferente y aplicada a la sociedad en la que vivimos.

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