El Evangelio de hoy es muy tranquilizador y nos llena de
esperanza. La herencia de nuestro Padre Dios, al considerarnos sus hijos –Rm 8,
16-17- está asegurada. Porque no es cuestión de espacio ni de lugar. Hay para
todos. Lo único que se exige es tener confianza. Ese es el billete para el
viaje.
Estamos a la espera, porque Jesús nos ha dicho que volverá.
Y sabemos que siempre cumple su Palabra. Es un problema de confianza. Creemos y
le esperamos. Y lo hacemos siguiéndole y esforzándonos en cumplir su Voluntad.
Eso es lo que nos ha dicho, que creamos en Él y guardemos sus mandatos.
Y no hay confusión ni
dudas. Nos lo ha dejado todo claro. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y a
Él tenemos que seguir. Seguir sus bienaventuranzas, su estilo de vida y su
entrega por los demás. Y bien acompañados, porque nos envía el Espíritu Santo
para que nos enseñe lo que no hemos entendido y nos recuerde lo que hemos
olvidado.
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