lunes, 22 de mayo de 2017



Todos sabemos por experiencia que todo lo que tiene valor exige esfuerzo. Detrás del éxito se esconde el esfuerzo, trabajo y sacrificio. Y muchas veces no se ve ni el éxito ni los frutos. Jesús fue el primero que pasa por ese calvario de la Cruz y da testimonio y ejemplo.

Ya nos advirtió que el discípulo no es más que el Maestro –Mt 10, 24-. Y hoy, en el Evangelio - (Jn 15,26—16,4) - nos lo recuerda. Por lo tanto, queda claro, seguir a Jesús comporta molestias, persecuciones, peligros y sufrimientos. Y nos lo dice para que lo tengamos en cuenta y no nos coja de sorpresa.

Claro, todo esto viene realizado por aquellos que no conocen al Padre ni, por supuesto, al Hijo. Quizás seamos nosotros los que, en su Nombre, debemos dar testimonio y ejemplo para que conozcan al Hijo y a quien lo ha enviado. Incluso a pesar del peligro de dar nuestra vida por amor.

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