jueves, 1 de junio de 2017

La vida se vuelve dura. Para unos desde el principio, pero para otros a través del camino. Unos tempranos y otros más tardes experimentaremos la soledad, el sufrimiento, el dolor y todo aquello que te amenaza con hacerte dudar y desistir de tu seguimiento al Señor.

No es fácil sostenerse firme y seguir los pasos del Señor. En cierta forma es lógico, son pruebas que nos descubren la firmeza y el compromiso de nuestra fe. Porque, sólo en esos momentos de lucha, de dolor y de sufrimiento podemos demostrar el compromiso de nuestra fe.

Pero, el conocer que está ahí, acompañándonos y que, como nos dice hoy en el Evangelio, que reza por nosotros, nos da fuerza y ánimo para continuar el camino. Padre santo, no ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno.

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