miércoles, 31 de mayo de 2017

El hombre ha pensando siempre en los misterios del mundo. Su imaginación ha trascendido tras el horizonte del espacio. Es verdad que todo termina al límite de donde le alcanza su vista, pero su inteligencia y razón la han traspasado. Ocurre que necesitan fiarse de alguien porque de ahí no pueden pasar.

Y la razón de la necesidad de confiar, nace de los mismos interrogantes que anidan y viven dentro de su corazón. El hombre busca respuestas, y enterrarlas o dormirse ante la necesidad de responder equivale a mirar para otro lado y perder el sentido de su vida.

Dios te llama y, ante la ausencia de tu respuesta, espera y sostiene sus Brazos abiertos. Está en constante espera, pero esa llamada necesita respuesta. De no ser así, el tiempo puede acabarse y el tren no pasar más. María y su prima Isabel son dos testimonios y ejemplos de respuestas decididas y comprometidas ante la elección y llamada del Señor.

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