jueves, 6 de julio de 2017

A Jesús lo buscaban para que les curase. Después de comprobar que sus dolencias nadie las podía curar, la gente acudía a Jesús con esa intención. El pasaje del Evangelio de hoy narra uno de esos hechos en los que le presentan a Jesús un paralítico. Y la respuesta de Jesús es curar y limpiar su alma.

Es a lo que ha venido Jesús. No tanto a salvarnos de la muerte humana, a la que todos estamos destinados, sino a darnos la Vida Eterna. Para ello se hace necesario salvar nuestra alma. Y eso pasa por arrepentirnos de nuestros pecados y dejar que la Misericordia de Dios nos perdone.

Jesús tiene poder para curar nuestro cuerpo y salvar nuestra alma. Lo dejó claro con aquel paralítico en presencia en presencia de todos los que le escuchaban. Sabía lo que pensaban y conocía su desconfianza, pues sólo Dios puede perdonar. Dejo muy claro su Divinidad demostrando su Poder para perdonar los pecados.

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