A Jesús lo buscaban para que les curase. Después de
comprobar que sus dolencias nadie las podía curar, la gente acudía a Jesús con
esa intención. El pasaje del Evangelio de hoy narra uno de esos hechos en los
que le presentan a Jesús un paralítico. Y la respuesta de Jesús es curar y
limpiar su alma.
Es a lo que ha venido Jesús. No tanto a salvarnos de la
muerte humana, a la que todos estamos destinados, sino a darnos la Vida Eterna.
Para ello se hace necesario salvar nuestra alma. Y eso pasa por arrepentirnos
de nuestros pecados y dejar que la Misericordia de Dios nos perdone.
Jesús tiene poder
para curar nuestro cuerpo y salvar nuestra alma. Lo dejó claro con aquel paralítico
en presencia en presencia de todos los que le escuchaban. Sabía lo que pensaban
y conocía su desconfianza, pues sólo Dios puede perdonar. Dejo muy claro su
Divinidad demostrando su Poder para perdonar los pecados.
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