miércoles, 12 de julio de 2017

Dios no ha hecho ningún casting con nosotros. Nos ha elegido a todos, y también invitados al Banquete. Al Banquete de la Vida Eterna. Y han aceptado muchos, pero otros no. Sin embargo, la cuestión no es que seamos mejores los que hemos aceptado, sino que, abiertos al Espíritu Santo, el Señor se nos ha dado a conocer.

Por eso, al mismo tiempo que nos esforzamos en responder a su elección, le damos gracias por habernos elegidos y aceptado. Y le pedimos sabiduría, valentía, fortaleza y voluntad para perseverar en el empeño de responderle y proclamar su Palabra.


Palabra que no podemos resistir dentro de nosotros, porque se derrama y nos exulta de gozo y alegría hasta el punto de contagiar y ser proclamada. Caso de que eso no nos ocurra, posiblemente sea que no ha muerto la semilla plantada en nuestro corazón y no dé frutos. Tratemos de cultivar esa Palabra e irradiarla a todas partes de nuestro camino.

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