jueves, 20 de julio de 2017

Jesús sabe y conoce la naturaleza humana. Él ha venido a sacarlo de la esclavitud, y a liberarlo y salvarlo. Sabe de sus limitaciones y su cansancio. Y conoce los extremos que le salpican y le ponen al borde del abismo. Conoce sus fatigas y sus afanes, que, en ocasiones, le desestabilizan y le hunden.

En esas circunstancias, Jesús nos invita a ir a Él y, en Él, apoyarnos y descansar. Mirándole, aprendemos a no desesperar y a ser manso y humilde como Él. Todos los afanes de la vida son pasajeros, y la muerte es el glorioso camino para encontrarnos con Él. Es el momento de la verdad.

Su presencia nos alivia y nos serena. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y en El nada podemos temer. Quizás no lo descubramos como nos gustaría, pero sí le experimentamos y descubrimos como Él quiere que sea. Porque, Él nos conoce y sabe lo que nos conviene en cada instante de nuestra vida. Pongámonos en sus Manos y descansemos en Él.

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