No es cuestión de dudar sino de saber a dónde vas. Si
entiendes que tu meta está allí y ese es tu destino, seguirás adelante a pesar
de los obstáculos que encuentres. Saber claramente cuál es tu meta equivale a
haber superado la dureza del camino y evitar que los pajarillos se coman tu
semilla.
Saber cuál es tu meta, es superar la falta de profundidad y
buscar esa tierra profunda donde echar tus raíces para que se agarren
fuertemente hasta germinar y dar frutos, buenos frutos. Porque, sabiendo cuál
es tu esperanza y tu vida, buscarás hasta encontrar.
Porque no estás solo,
pues te acompaña el Espíritu Santo. El Paráclito que te conducirá por el único
y verdadero camino que conduce a eso que tú buscas Y encontrarás esa meta, la
tierra buena que da buenos frutos. Frutos de Vida Eterna, para la que has sido
creado.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.