jueves, 27 de julio de 2017

Si te abandonas experimentas que volver a la actividad diaria te cuesta enorme esfuerzo. Experimentas que el ejercicio es necesario, pero también la penitencia. Necesitas esfuerzo para dominar tu voluntad y encauzarla en verdad y justicia. Y ello exige esfuerzo diario y continuado. Por eso, la oración es el ejercicio que te mantiene espiritualmente y te da equilibrio, tanto físico como espiritual.

Abandonado y alejado de la Palabra de Dios, te expone a quedarte en manos del Maligno. Tus oídos y tus ojos, aunque abiertos, ni oyen ni ven. Escuchan pero no oyen, y abren los ojos, pero no ven. Están anquilosados por las cosas del mundo y sometidos a sus placeres y vicios.

Por eso, damos gracias a Dios, porque, por la acción de su Espíritu, nos mantenemos perseverantes y a su lado, y con los oídos y ojos abiertos a la acción del Espíritu. Y en eso ponemos todo nuestro esfuerzo y colaboración por la libertad que se nos ha dado, abandonando a la Gracia de Dios para permanecer en su Palabra.

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