Sin embargo, Jesús se compadece y les cura, y viendo su
lejanía y la necesidad de comer, se compadece y les da pan. Hace entonces el
milagro de los panes y los peces. Posiblemente, nosotros no advirtamos que con
Jesús podemos también arreglar muchas cosas. El Señor nos descubre que Él está
entre nosotros y se nos brinda a que le pidamos
la solución de nuestros problemas.
También nosotros podemos hacer más de lo que pensamos. La cuestión
es compartir y ayudar a aquellos que tienen hambre. Claro, es necesario dar
de comer, pero, para eso se necesita apetito y deseos de buscar ese alimento.
Estando quieto y parado no se consigue nada.
Pero, también tenemos
que estar atentos y alerta a la compasión y a la caridad. Quizás haya mucha gente
sin saber a dónde ir ni dónde alimentarse espiritualmente. Porque, no sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Necesitamos el pan material y el espiritual, y así lo tenemos que pedir, pero
también poner todo lo que está de nuestra parte.
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