En las comunidades eclesiales ocurre también algo parecido.
Muchos van llevado por el interés que puede beneficiarte ciertas amistades, y
engoados porque piensas que la vida te va
a ir mejor. Pero, cuando experimentas que nada de eso va a ocurrir, por
el contrario, va a empeorar, tu interés desaparece y te alejas.
De eso nos habla el Evangelio de hoy. Necesitamos acercarnos
al Señor para conocerlo. Pero, acercarnos con buenas intenciones y buscando la
verdad y la justicia. Al menos, acercarnos y escucharle y después discernir lo
escuchado. Posiblemente todo será diferente.
Porque, si somos
personas de buen gusto, lo lógico y de sentido común es que quedemos encantado
con la Palabra del Señor. Porque, todo lo que buscamos está contenido en el
Mensaje del Señor. En Él encontramos la tranquilidad, la seguridad, la
valentía, la luz, se nos quita el miedo al dolor y sufrimiento y, sobre todo,
experimentamos la paz y el amor.
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