La vida vuela, ya correr es
poco, y se hace harto difícil encontrar espacios de serenidad y de búsqueda
para la reflexión serena y pausada donde se dé sentido al discernimiento y a lo
trascendente. Porque, lo que el mundo te ofrece está en la superficie y se ve
su esencia corrupta y caduca. Nada se sustenta por sí mismo y todo está llamado
a desaparecer.
Luego, ¿qué sentido tiene el
cómo y por qué vivir? Si todo está llamado a una vida efímera y caduca, ¿tiene
la vida algún sentido y esperanza? En este contexto social, convendremos en que
hay que, adaptándose a los tiempos, proclamar la Buena Noticia.
Porque, lo que trae y proclama Jesús es una Buena
Noticia. Y el mundo en el que vivimos está necesitado de esa Buena Noticia.
Porque responde a todo lo que el hombre busca y quiere. Debemos, pues,
aprovechar todos los medios de que disponemos y están a nuestro alcance para
proclamar esa Buena Noticia de Salvación.
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