viernes, 29 de septiembre de 2017

Nuestros gustos deben ser controlados, porque de no ser así actuamos como los animales. Ellos no se pueden controlar y siguen la ley de los instintos tal y como están programados. Se puede adivinar incluso lo que van a hacer, pero, el ser humano puede controlar sus pasiones y encauzarla hacia el bien y la verdad. Por eso somos personas.

Cuando nos enfrentamos a nuestros gustos y pasiones nos damos cuenta que podemos controlarlas y dirigirlas al bien común. Somos libres, pero tenemos una voluntad para encauzar esa libertad hacia la verdad y la justicia buscando siempre lo bueno, lo bello, lo verdadero y justo.

En este sentido, los ángeles nos ayudan y nos protegen. Experimentamos sus asistencias cuando somos capaces de sobreponernos y de superar esas pasiones y apetencias que tratan de arrastrarnos hacia lo malo, lo injusto e irresponsable. No los vemos, pero los sentimos y los notamos. Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me acompañan.

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