sábado, 30 de septiembre de 2017

Se nos hace difícil comprender la Pasión del Señor. Sobre todo a aquellos hombres que veían en Él al libertador que les iba a sacar del yugo del pueblo romano. También a nosotros hoy se nos hace difícil comprender como la Iglesia pasa por momentos difíciles de los que no parece salir. Son instantes donde nuestra fe está a prueba.

Tampoco entendemos cómo y cuánto nos ama Dios. Nos cuesta mucho controlar nuestra soberbia y todos los pecados que de ella se derivan. Somos pronto a experimentar odio, venganza y todo tipo de asedio a imponer nuestros pensamientos y criterios. Entender que el amor es el arma para vencer todos estos pecados nos cuesta mucho.


Y sólo con la cercanía del Señor podemos esperar que el milagro se produzca. Esa es nuestra fe y también nuestra esperanza. En eso confiamos y en esa confianza nos acercamos al Señor abandonándonos en sus Manos para, convertir nuestro corazón de piedra, en un corazón de misericordia y amor.

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