En el Evangelio de hoy, Jesús dirige unas palabras muy duras
a todos aquellos que son motivo de escándalo para otros, de forma especial para
los niños: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel
por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y
sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de
vosotros mismos.»
No se puede decir más claro, ni tampoco más duro. Debemos
revisar bien nuestra vida y cuidar de lo que hacemos, porque podemos estar escandalizando
a otros con nuestro mal ejemplo. Es posible que no nos demos cuenta, pero, no
podemos justificarnos si nos quedamos tan tranquilos.
La reflexión, la
oración y el discernimiento nos pueden ayudar a revisarnos y a esforzarnos en
madurar y crecer en nuestros propios actos. La comunidad o el grupo nos pueden
también ayudar a ver nuestros fallos y defectos y a corregirnos para no influir
en aquellos que se fijan en nosotros, o que dependen de nosotros.
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