Cuando alguien piensa en quitarse la vida, posiblemente, la
consecuencia, es que la esperanza ha huido de su corazón. Está invadido por la
depresión y nada le invita a seguir su camino. Todo ha terminado, y le da lo
mismo terminarlo aquí o allí. Para él ha llegado el final.
Jesús siente compasión de la muchedumbre que le sigue. Les
ve vejados y abatidos. Sufren enfermedades y padecen vejaciones. Están
desesperanzados. Necesitan pastores que les animen y les infundan esperanza.
Entonces dice a sus discípulos: «La mies
es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies».
¿Nos sentimos nosotros comprometidos a colaborar en esta
misión? ¿Pensamos que esas palabras de Jesús van dirigidas a nosotros? ¿Desde
tu atalaya puedes tú colaborar a ser agente de pastoral para animar al rebaño
que tienes cerca? ¿Crees que, injertado en el Espíritu Santo, puedes pastorear
y esperanzar a aquellos que la vida ha puesto a tu lado?
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