La vida es batalla y lucha,
pero sin perder de vista que no luchamos solos. Estamos con el Espíritu Santo,
que lo hemos recibido el día de nuestro Bautismo y nos acompaña en nuestro
recorrido hasta el final. Con Él venceremos siempre en todas nuestras luchas
someteremos a nuestra humanidad débil para sostenernos firmes en la Voluntad
del Señor.
No tengamos miedo, pues
tenemos la promesa de que seremos asistidos y auxiliados en todo momento, hasta
el punto de sernos comunicado lo que tengamos que decir en los momentos
precisos de nuestra defensa y proclamación. El Señor está con nosotros y nada
nos podrá vencer.
A pesar de tanto odio, traiciones, muertes y
enfrentamientos entre hermanos, padres e hijos, que les entregarán y mataran,
no perdamos las esperanzas, nos dice el Señor. Quien persevere se salvará. Y
eso te pedimos, Señor, ayúdanos a superar todas esas adversidades y siempre
perseverar en tu Palabra.
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