María queda sorprendida. Nunca vacila a la hora de tomar una
decisión. Dios es la prioridad y su Voluntad es la primera opción. Hágase tu
Voluntad manifiesta María ante tanto misterio. He aquí la esclava del Señor mi
Dios. No hay otra opción, a pesar del miedo y las amenazas que se ciernen sobre
ella.
Confía plenamente en el “no temas María…” Se fía del Ángel
Gabriel enviado por Dios y, a pesar de no saber cómo sucederá, ni tampoco la
reacción de José, se pone en Manos del Señor, su Dios. Deja su vida en sus
Manos y espera que el Señor de cumplimiento a su Palabra.
Y José no se queda
atrás. Sospecha de María, pues su humanidad no le explica dicha situación. Está
perplejo y confundido. Pero, no se precipita. Espera y, pensando en repudiarla
en secreto, soporta con prudencia esos momentos de incertidumbre y esperanza. Y
sucede lo que debía suceder. Si es cosa
de Dios, Dios lo arregla. Y pone en conocimiento a José de la situación. ¿Nos
sirve a nosotros ese ejemplo?
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