Es cierto que la fama de
Jesús prendió y se extendió como el fuego. Eso de curar enfermedades se propaga
rápidamente y le buscaban hasta el punto que le asediaban. Todos buscaban ser
curados, pero Jesús no pretendía sólo curar enfermedades. Su misión era la
salud integral, de cuerpo y alma.
La humanidad del hombre le
ciega y le aparta de lo espiritual. No todo es materialidad, sino que hay
también una gran parte de espiritualidad. El hombre es cuerpo y alma, y, si
bien el cuerpo hay que cuidarlo, mayor importancia tiene el alma. Porque el
cuerpo lo podemos siempre rescatar, pero perdida el alma será imposible
recuperarla.
Por eso, Jesús pone todos sus esfuerzos en recuperar y
limpiar el alma. Y ante la presencia del aquel paralítico que le ponen delante,
su primera intención y palabras van dirigidas a perdonarle los pecados. Pero,
una vez más, aquellos escribas de su tiempo pensaban mal y obligaron a Jesús a
revelar su poder de hacer milagros para probar también su poder de perdonar los
pecados.
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