jueves, 11 de enero de 2018

Aquel leproso sabía quién era Jesús. Se desprende por su acercamiento y petición que le conocía bien y sabía su poder. No se le dice tan fácilmente a alguien: «Si quieres, puedes limpiarme». Eso descubre una gran fe en esa persona, y conocimiento de que puede hacerlo.

Realmente, nos interpela y nos reta a nosotros a preguntarnos por nuestra fe. ¿Tengo yo fe en Jesús hasta el punto de creer que puede curarme? Es más, mejor, ¿qué puede salvarme? ¿Y esa fe compromete mi vida y la modifica? ¿Mi percepción de la vida y del mundo se ven alteradas por mi fe en Jesús?

No es la intención de Jesús curar y hacer milagros, pero los haces porque siente compasión por todos nosotros. Ha venido a salvarnos para siempre, no para sacarnos de una enfermedad o apuro, y ya, desde ese momento, alivia la vida de todos aquellos que se acercan a Él. Nos proclama que el Reino de Dios está cerca y que se ha cumplido el tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.