miércoles, 3 de enero de 2018

No cabe ninguna duda que dentro de cada hombre hay una semilla de búsqueda. Una semilla que ansía paz y felicidad, y que lucha por sostenerla en el tiempo. Su deseo es eternizarla. Sin embargo, las adversidades y los contra tiempos le minan la fe y la esperanza y baja los brazos. Es entonces cuando se somete al Maligno.

Es necesario sufrir nuestro propio desierto, pues será él quien descubrirá tu fe y tu esperanza. Nunca podrás demostrarlas sin adversidades y contra tiempos. Los necesitas para apuntalar tu fe y descubrir tu esperanza y perseverancia. Nadie podrá demostrar que es perseverante a favor de la corriente.

Sólo  quien camina, a pesar de las dificultades, testimonia su esperanza, su fe y confianza en el que ha de venir. Así lo demostró Juan Bautista, quien,  a pesar de las amenazas estaba seguro de la presencia del enviado, del Mesías que él proclamaba y para lo que nos proponía arrepentimiento y conversión.

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