martes, 27 de febrero de 2018

Resultado de imagen de Mt 23,1-12 por Fano
El peligro de la persona humana no es sentirse arrastrado a la apariencia, sino hacer de ella un fin en su vida y tratar de, sirviéndose de ella, conseguir objetivos y fines que le beneficien. Es entonces cuando todo se vuelve grave y falso. Y es eso precisamente lo que denuncia Jesús en los fariseos y escribas.

También nos ocurre a nosotros. Detrás de nuestras prácticas religiosas y cívicas se esconden nuestras mentiras y nuestras apariencias. Decimos esto, pero en lo secreto hacemos lo otro. O manifestamos un pensamiento y realmente en nuestro corazón guardamos otro. Por lo tanto, Jesús nos señala más el fijarnos en aquellos que son coherentes de palabra y vida.

Porque, la fe se descubre no en la palabra, sino en la coherencia de la palabra con la vida. Pues, una fe sin obras es una fe sospechosa y, posiblemente, apoyada en la mentira. Tengamos nuestra mirada centrada y fija en el Señor. Él es el Camino, la Verdad y la Vida y su testimonio nunca falla.

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