A lo largo del tiempo de nuestra vida experimentamos que
hemos perdido muchos momentos. Y los hemos perdido y nos quedarnos inmovilizados y hasta ciegos. Son
las parálisis que nos impiden liberarnos y nos someten a las cadenas de la
esclavitud. Cuando nos damos cuenta advertimos que estamos atenazados y somos
incapaces de movernos.
Y la solución no es esperar. Esperar inmovilizado y sometido
a los vicios y parálisis que no nos dejan movernos. Hay alguien que nos libera,
a pesar de que llevemos mucho tiempo en esa actitud y esclavitud. Nos libera
porque ha venido a liberarnos y siente compasión de nosotros.
Pero, nos exige una
condición. Nos pregunta si queremos, porque es imprescindible tu colaboración. Eres
libre y necesita tu permiso. Tú puedes negarte y cerrar esa posibilidad. Por lo
tanto, no se trata sólo de esperar, sino también de buscar. Él, el Libertador,
viene hacia ti, pero tú también tendrás que responder.
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