domingo, 4 de marzo de 2018

Resultado de imagen de Jn 2,13-25 por Fano
Cuando profano mi cuerpo o no lo preparo y cuido como debo, estoy profanando el Templo del Espíritu Santo, que mora en mí a partir de mi bautismo y que rechazo y expulso cada vez que dejo entrar en él el pecado del desamor. Y entra sin darme cuenta cuando acojo a la pereza y a las desgana y a las costumbres que van alejándome de la verdadera actitud y devoción.

También cada uno de nosotros somos templos de Dios y si no cuidamos el orgullo, la pereza, la ira, la envidia, la avaricia y el egoísmo destruimos ese templo casi sin darnos cuenta. Y de eso se encarga con mucho interés el diablo. Tenemos que estar muy atentos y cuidar mucho este templo que vive en nosotros.

Tratemos de velar y de estar en permanente vigilia. Tratemos de recogernos y de, en profundo silencio, abajarnos humildemente y agarrarnos fuertemente al Señor apoyado en los sacramentos de Penitencia y Eucaristía. La arrogancia y la soberbia creyéndonos buenos nos instalan y nos predisponen a pensar que ya hemos llegado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.