El hombre tiene la capacidad de decidir su propio camino o
tomar el que le ofrece Dios. Abraham fue invitado por Dios a salir de su tierra
y a caminar hasta la tierra prometida. Y Abraham, a pesar del riesgo, las
dudas, y la aventura creyó en la Palabra de Dios. Y en su camino sucedió tal y
como Dios le había prometido.
También tú y yo somos invitados a salir de nuestra tierra.
Primero necesitamos discernir sobre cuál es nuestra tierra y decidirnos a
abandonarla siguiendo las instrucciones de Dios. Porque, igual no tenemos que
caminar mucho, sino dar un giro total a nuestra vida. Habrá que escuchar y ver,
pero, sobre todo estar dispuesto.
Pero, lo
verdaderamente importante es responder a esa llamada que Dios nos hace y a lo
que ha dejado en nuestras manos para que, negociando con ello, le demos los
frutos esperados por Él. De eso dependerá que a su regreso tengamos los frutos
que Él espera.
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