La cuestión se traslada hoy a ti y a mí. Eres tú y yo
quienes debemos de responder a esta solicitud que Jesús nos hace. Se nos ofrece
como alimento espiritual que nos fortalece y nos sostiene dándonos su Gracia
para que vivamos en su presencia y perseveremos en su amor. Porque, solos nos
será imposible.
Vivimos en un mundo que sabe y conoce nuestras debilidades.
Sabe de nuestra naturaleza humana y de nuestra fragilidad. Se aprovecha de las heridas de nuestra
naturaleza enferma, tocada por el pecado y nos tienta y seduce. Un mundo que
nos presenta la felicidad enmascarada en nuestras apetencias.
El mundo se te ofrece
para abastecerte de esa felicidad que buscas. Te llena de alimentos en
abundancia y te endulza la vida con caramelos revestidos de lujuria, avaricia,
soberbia, avaricia, poder…etc., que no sólo terminan de saciarte, sino que te
enferman y te exigen más y más, hasta el punto que te esclavizan. Pronto, donde
creías que encontrabas la felicidad encuentras la esclavitud. Y descubres que
sólo Dios te sacia plenamente.
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