Los hombres quieren asegurarse que alguien tiene poder con
demostraciones. No les importa que alguien, que ha demostrado una seriedad
intachable les diga esto o lo otro. Piden pruebas y pruebas. Y así sucede con Jesús,
no se fían de su Palabra ni de lo que Jesús les dice.
Han quedado impresionados por los milagros del maná en el
desierto, cuando salieron de Egipto y de la multiplicación de los panes, que
ahora hizo Jesús, pero se quedan ahí. No ven más allá ni al que tienen delante.
Se quedan en lo espectacular y milagroso.
¿Nos pasa a nosotros
lo mismo? ¡Queremos ver a alguien resucitado? Eso lo dicen muchos al no
encontrar a ningún muerto que haya resucitado. Todo sigue igual, no tenemos
ninguna diferencia con aquellos que no se fiaban de la Palabra de Jesús. La
cuestión es tener fe y fiarnos de Jesús. Motivos y razones hay, sobre todo su
Palabra, y porque ha Resucitado.
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