¿No arde dentro de ti un fuego que te hace anhelar la vida?
¿No experimentas la necesidad de amar y de ser amado? ¿Puedes vivir sin
experimentar darte y hacer algo por alguien? ¿No te sientes atraído por ser
generoso y bondadoso? ¿Y en ansia de ser feliz y hacer feliz a otros?
¿Y de todo eso no hablaba Jesús? ¿Y no nos dijo que ese
templo, que Él significaba y representaba, destruido Él lo construiría en tres
días? Y si así ocurre dentro de nosotros, ¿por qué nos extraña la Resurrección?
¿No es lo que debía haber ocurrido?
Sí, a pesar de todo
eso, todavía hay muchos que no abren los ojos y no advierten su craso error. Y,
lo que es peor, sigue obstinados y riéndose de la fe de los cristianos.
Verdaderamente, Jesús ha Resucitado, y Él es nuestra esperanza y nuestro
fundamento de fe. No hay otra prueba mayor.
Podemos ir en paz, aleluya, aleluya. Demos gracias a Dios, aleluya,
aleluya.
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