Sin Jesús no hay camino ni horizonte. La vida se reduce al
trabajo y al placer, y nuestra experiencia es que eso tiene un recorrido y un
tiempo, y se acaba. Ahora, desde esa realidad podemos preguntarnos: ¿Vale la
pena tanta lucha, afanes y sacrificios para acabar, en el mejor de los casos,
en la vejez y muerte? ¿Tiene sentido el
sacrificio y el esfuerzo sin más?
El hombre presiente que dentro de sí hay una fuerza y
energía que le impulsa a metas mayores. Experimenta que el amor le empuja a
hacer cosas buenas, a darse y a buscar que el otro sea feliz. La experiencia de
la paternidad o maternidad hace que el hombre y la mujer descubran otra clase
de amor diferente y gratuito. Y esa nueva forma de amar empieza a dar sentido a
su vida.
Jesús, que sabe que
es la única salvación real para el hombre, se le aparece a sus apóstoles, les muestra su poder con esa pesca milagrosa y les anima a anunciar su su buena Noticia a todos los hombres. Y les muestra su
Naturaleza Humana y les invita a dar testimonio de su Resurrección. Porque, Él
ha Resucitado y eso significa que también nosotros, si creemos en Él, resucitaremos.
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