Un pastor cuida y defiende sus ovejas, pero, si es un asalariado, a la menor amenaza, huye y las deja a merced del peligro. Todo lo
contrario si fuese quien las cuida el propio dueño y pastor del rebaño.
Permanece en su lugar y las defiende hasta dar su vida.
Así se nos muestra Jesús en el Evangelio de hoy. Nos habla
muy claro y nos revela hasta el extremo que está dispuesto llegar, dar su vida
si es menester por cada una de sus ovejas. Verdaderamente conforta tener un
Pastor como Jesús. Conforta y da confianza, y, también, nos llena de esperanza.
Son muy esperanzadoras las Palabras de Jesús en el Evangelio
de hoy. Muy esperanzadoras y claras. Difícilmente se puede decir mejor y más
claro. «Yo soy el buen pastor. El buen
pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien
no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el
lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan
nada las ovejas.
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