domingo, 22 de abril de 2018

Resultado de imagen de Jn 10, 11-18, por Fano
Un pastor cuida y defiende sus ovejas, pero, si es un asalariado, a la menor amenaza, huye y las deja a merced del peligro. Todo lo contrario si fuese quien las cuida el propio dueño y pastor del rebaño. Permanece en su lugar y las defiende hasta dar su vida.

Así se nos muestra Jesús en el Evangelio de hoy. Nos habla muy claro y nos revela hasta el extremo que está dispuesto llegar, dar su vida si es menester por cada una de sus ovejas. Verdaderamente conforta tener un Pastor como Jesús. Conforta y da confianza, y, también, nos llena de esperanza.

Son muy esperanzadoras las Palabras de Jesús en el Evangelio de hoy. Muy esperanzadoras y claras. Difícilmente se puede decir mejor y más claro. «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 

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