viernes, 18 de mayo de 2018

Resultado de imagen de Jn 21,15-19 Fano
El hombre necesita limpiar su conciencia oscurecida y manchada por el pecado. Ese pecado con el que tiene herida su alma. Consciente de que no quiere pecar, pero termina pecando, el hombre experimenta sus limitaciones y su pobreza. Necesita misericordia para poder limpiarse y recuperar fuerzas para levantarse y regresar a la Casa del Padre.

Lejos de ella estamos a merced del mundo. Un mundo que se nos presenta bajo el espejismo del gozo y la felicidad. Un mundo donde el poder y la fuerza representa el éxito, la fama, el prestigio y la inmediata felicidad, pero que pronto, como espejismo que es, desaparece dejándonos vacío, desorientados y al borde del precipicio.

Sólo Tú, mi Señor, tranquilizas mi conciencia y la llenas de paz. De una paz que, a pesar de los contratiempos, sufrimientos y luchas, descansa en el gozo de saberse perdonada y querida. Y la limpias de todo pecado para que, fortalecida y descansada en esa paz, pueda recuperarse, levantarse y volver al camino de la verdad y de la vida.

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