viernes, 4 de mayo de 2018

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Si no es tan fácil amar a los amigos cuando las dificultades se presentan,  cómo podemos amar a los enemigos en cualquier momento. Porque un enemigo es aquel que te perjudica y te hace mal, y al que tú tienes que responder haciéndole bien. Verdaderamente se hace difícil vivir en esa actitud.


Sin embargo, la exigencia está clara, «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado». Y en ese mandato están incluidos los enemigos. Así que no hay otro camino, si quieres ser discípulo de Jesús tendrás que pasar por esta exigencia y tratar de cumplirla.


Pero, nuestra esperanza está en que no estamos solos. Tenemos la promesa del Paráclito, el Espíritu Santo, que nos acompañará y nos dará la capacidad, la fuerza y sus dones para poder cumplir ese mandato que nos pone el camino cuesta arriba. Abriéndonos a su acción todo irá cambiando hasta el punto de convertirse en carga suave y ligera.

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