viernes, 1 de junio de 2018

Resultado de imagen de Mc 11,11-25
Hoy, las primeras comuniones y bautizos pueden ser reflejos de ese momento en que Jesús tomó el látigo y la emprendió con todos aquellos cambistas y mercaderes que habían convertido el templo en un lugar de intercambios y negocios siendo un lugar de oración. Porque, el móvil de los mal llamados creyentes es la fiesta y el de la sociedad el comercio de todo lo que hace falta para la fiesta.

La fe brilla por su ausencia en casi todas las personas y es mayoría los que viven el sacramento desde una festividad profana que no creyente. La Iglesia se ve impotente en ordenar todo eso. Por un lado, teme que la gente se vaya y sea peor la exigencia de celebrar una fe coherente y fundamentada. Y, por otro lado, no sabe que realmente se debe hacer.

Pienso que no se puede espantar a la gente y se debe usar esa tradición o costumbre con los que muchos se acercan y la celebran como una oportunidad para evangelizar y para acercarles al Señor y a su buena Noticia. Pero, también, hay que buscar nuevas circunstancia donde se pueda presentar de una forma más pausada y tranquila la buena Noticia del Mensaje de Jesús.

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