lunes, 4 de junio de 2018

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Quizás no nos damos cuenta de que nosotros somos esa viña que el Padre ha creado y que espera que demos frutos. Quizás no nos damos cuenta que somos nosotros los que le rechazamos y nos negamos a darles los frutos que Él ha dejado a nuestro cultivo y responsabilidad. Posiblemente vivimos tan distraídos que vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro.

Hemos recibido una viña, nuestra vida, y unas cualidades y talentos que, como semillas que pueden dar frutos debemos cultivar y trabajar. Frutos de generosidad y amor que debemos derramar en todos aquellos que lo necesitan dándolos por amor tal y como lo hemos recibido.

Y debemos estar preparados para cuando llegue el Hijo poder entregarles todo lo que hemos sido capaces de cultivar. Esos frutos de verdadero amor que Él espera recoger de la viña que nos ha dejado. Mientras, seguimos trabajando en la viña que el Señor nos ha dejado con verdadero amor.


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