martes, 24 de julio de 2018

Resultado de imagen de Mt 12,46-50
Hay una relación espiritual que es más fuerte que la carnal. Una relación que nos une fuertemente hasta en la distancia y que rompe todo tipo de barreras y muros que nos separan. Por el bautismo todos pasamos a ser hijos de Dios y a pertenecer a la Iglesia. En ellas nos sentimos unidos.

Por el hecho de bautizarnos nos sentimos hermanos con un mismo Padre común y formando una gran familia universal, la Iglesia. Y quedamos investidos como sacerdotes, profetas y reyes. Eso nos compromete y nos ayuda a ser fieles a nuestro compromiso bautismal y a quedar unidos espiritualmente en la exigencia de amarnos.

Pues bien, en la medida que nos esforzamos en cumplir la Voluntad de Dios, compromiso de nuestro bautismo, estamos proclamando nuestra filiación como hijos de Dios y hermanos de Jesús, el Señor, el Hijo de Dios Vivo, que ha venido a revelarnos el amor del Padre y a hacernos, con Él, coherederos de su Gloria.

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