martes, 7 de agosto de 2018

El hombre necesita un ideal que le empuje a caminar y al esfuerzo constante para superar todas las adversidades que, en su camino, se le presentan. Hay tropiezos y obstáculos, pero esfuerzos por superarlos. Porque, el hombre quiere ser feliz y busca esa felicidad que tanto anhela.

Una felicidad que no sólo se concreta en el alimento, en el vestido, la salud o el trabajo, sino que, saciadas estas, va más allá y busca satisfacer esa hambre trascendente que necesita saciar. Esa hambre de vida eterna y gozo pleno que no encuentras en las cosas de este mundo.

Por eso, tomar conciencia de que Jesús, el Señor, es quien no puede salvar de la esclavitud del pecado de este mundo y de llevar grabado en nuestro corazones ese grito de misericordia y de perdón que expresamos cuando le suplicamos, como Pedro, ¡Señor, sálvame!

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