jueves, 23 de agosto de 2018

Muchos han rechazado la invitación al banquete eterno. Todos han sido invitados, malos y buenos, porque todos tienen en sus corazones la impronta y la marca indeleble de la invitación al banquete de la Vida Eterna. Dependerá de ti el aceptarla y también tu felicidad y tu gloria.

Quizás el ruido y la oscuridad de tu vida no te deje ni oír ni ver esa llamada al banquete. Quizás trates de justificarte con muchas cosas que te impiden escuchar y oír esa invitación. Procura aislarte; procura hacer silencio en tu vida para escuchar el silencio de Dios. Se manifiesta de la forma más sencilla y silenciosa.

Pero, procura también llevar el verdadero vestido. Ese vestido interior de buenas intenciones, de humildad, de dolor de contrición, de arrepentimiento y de deseos de reconocerte pecador para, por la Gracia de Dios, ser limpiado y vuelto a nacer por medio del Bautismo. No lo dudemos, revestido de este traje nuevo aceptemos la invitación a la Vida Eterna.

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