lunes, 3 de septiembre de 2018

Hemos nacido a la vida del Espíritu en nuestro bautismo. Es nuestro nacimiento espiritual y eterno y en él adquirimos un compromiso que nos llena de gozo y alegría. Un compromiso de vida eterna que debemos guardar con ánimo de espíritu y disponibilidad para el servicio.

Se hace difícil responder, eso es obvio, pero esa es la prueba de nuestra fe. Y en la medida de nuestra respuesta también crecerá la Vida de la Gracia en nosotros que compartiremos con los demás. Ese es el camino y el compromiso, imitar a Jesús tal y como Él hizo.

Dejarnos, pues, guiar por el Espíritu es la llamada que todos recibimos en nuestro bautismo y a la que estamos llamados a responder. Y lo hacemos en la medida que nos acercamos a los sacramentos, practicamos la oración y frecuentamos la Eucaristía y la Penitencia. En ese esfuerzo el Espíritu nos fortalecerá y nos alumbrará.

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